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miércoles, 18 de abril de 2018

ALFREDO ROCHA ZEGARRA


Pintor, Caricaturista, Músico, Trotamundos, y Folklorista

Por Jorge Wilson Izquierdo.

Nació en Celendín el 10 de setiembre de 1917 del matrimonio de don Diógenes Rocha Pérez y doña Estefanía Segarra Díaz, ambos maestros primarios.

Realizó sus primeros estudios en esta ciudad. Cuando cumplía 14 años fue enviado como maestro de escuela a Chumuch por el comisionado escolar don Felipe Mariñas. Lamentablemente, por un año de trabajo solo le pagaron tres meses de haberes, por lo que se vio obligado a renunciar el cargo con grave perjuicio a su vocación porque rehusó definitivamente a los estudios de pedagogía no obstante sus dotes innatas de maestro.

Sus estudios secundarios los hizo en el Colegio "San Ramón" de Cajamarca y los superiores en la Universidad Nacional San Antonio del Cusco, en la especialidad de Ciencias Físico Matemáticas, sin llegar a graduarse. Ingresó luego a la Escuela de Oficiales de Investigaciones del Perú. Fue destacado a Cajamarca como investigador, allí mostró su habilidad y honradez en el desempeño de su cargo.

Luego realizó estudios en el extranjero: en las universidades de Kuln y Leypsig de Alemania graduándose en Antropología. En Barcelona se recibió de Aviador Civil, alcanzando un record de 45 horas consecutivas de vuelo. En Noruega se capacitó para el mundo empresarial de barcos. En Mallorca se graduó de Capitán de Yates y Jefe de Rumbos.

Fue profesor en el Colegio "San Ramón", director fundador de los colegios "San José" de Sucre y "Augusto G. Gil" de Chalán y de dos colegios en Puno.

Como pintor tiene más de 21,000 dibujos de América, Europa, Medio Oriente y parte de Asia.

Entre sus principales caricaturas de personajes celendinos podemos citar: "Don Quijote y Sancho" representados con los perfiles de don Sixto Tirado y don Felipe Rovoredo, respectivamente; la del "Honorio Poeta", la de don "Shante", etc.

El Instituto de Cultura Hispánica ha compilado el contenido de varias sus conferencias, artículos folclóricos y literatura.

Como trotamundos ha recorrido diversos países del orbe. Estuvo radicado por mucho tiempo en España, cuyas ciudades conoció en su integridad. Cuando lo entrevistamos, en esta ciudad, nos manifestó burlescamente que seguirá viajando y dando la vuelta al mundo y que no morirá en cama alguna porque su sino es el de viajar. Al interrogarle sobre su matrimonio, replicó: "Busco una mujer que tenga alma de jeep, que no se quede en los barriales del camino".

Cultiva la música, tañe acordeón, guitarra, flauta y antara. Es autor de la música y letra de diversas canciones especialmente de himnos. En París, grabó un long-play de música pentafónica de antaras norteñas.

En Edich, isla de Mallorca, instaló su propia galería para promocionar el conocimiento del Perú y de otras repúblicas sudamericanas. Según manifestó, ha venido al Perú especialmente a Celendín, para enseñar el arte de la juguetería funcional mediante paja, "panca", "tusa" y otros artículos que tienen representaciones magníficas, por ejemplo el nacimiento de Jesús. Este arte ha estado enseñando en el 'Taller de Tejidos y Artes Manuales" que dirigió en esta ciudad la señorita Anita Barrionuevo. Decía el señor Rocha que esta obra de arte iba a ofrecerla al mercado europeo turístico en la citada isla de Mallorca.

Alfredo Rocha fue sencillo en su vestir, casi siempre llevó chompa, pantalón que contrastaba el color de la chompa, zapatillas, un escapulario de antara le cuelga del pecho. Camina con su portacordeón, llevando en la mano su tarola, un periódico o una revista. Fue inteligente, locuaz y ameno en su expresión. Le gustó discutir sobre literatura, música, poesía, pintura y política, llegando muchas veces a ofuscarse en la conversación.

Como caricaturista, ha exagerado los rasgos de sus personajes en el contexto de su ambiente social y cultural, como el caso de los apuntes de José María Pernán, Francisco Miro Quesada, etc., y nuestros lugareños, la del Fonsho, El Honorio, símbolos del trabajo y la travesura de Celendín, respectivamente. En 1966, escribió un ensayo axiológico sobre la caricatura demostrando su dominio sobre la materia. En el campo de la música, adentrándose para descubrir la intensidad mensajera del indio y sus fortalezas y el carácter pentafónico que él difundía interpretándolo en diferentes instrumentos: flauta, zampoña, antara, gaita, etc. Al final de su vida Rocha fabricó muchos de ellos, hasta cajas y bombos cajamarquinos.

Como docente ha dictado cátedra de matemáticas. En Sucre, el Instituto Superior Tecnológico lleva su nombre. Enseñó también en el Centro Artesanal y dio innumerables conferencias dentro y fuera del país. Su pedagogía iba vinculada a la realidad del ambiente y de las circunstancias. Como detective, desarrolló mucha imaginación y buena fe. En Cajamarca salvó la vida al presidente Manuel Prado en 1942, cuando iba a ser víctima de un atentado. Y gustaba de hacer toda clase de investigaciones y estadísticas, como aquella que Celendín tenía un alto índice de tuberculosis. Sin éxito promovió la cooperativización de las sombrereras y aprovechó la panca de choclo para obras de arte casero.

Interpretando la vocación peruanista de Alfredo Rocha, se han ocupado personalidades de Italia de la talla de Leopoldo Best Ramos , Alejandro Miro-Quesada, César García Miro, Juan Ríos, Luis Nieto, Teresa Guerra García, Francisco Izquierdo Ríos, Eduardo Moll, etc., concluyendo que se debiera investigar el paradero de su obra "Inti Raymi" vendida en Chachapoyas y luego en el extranjero. En Cusco vivió muchos años, departiendo con todos los shilicos que por allí hacían su vida. Asimismo reagrupar las acuarelas que se encuentran extraviadas y compilar sus artículos periodísticos y otras publicaciones. Rocha ha sido muy afable, ocurrente, inquieto, pero también muy cáustico cuando se trataba de amparar causas nobles. De allí que su muerte, más que un accidente casual, pudo ser un atentado, pues, era un acérrimo antivelasquista y con sobrada razón.

El genio impresionista de Andrés Zevallos de la Puente, ha escrito en "Volviendo a mirar la senda" (1992), una bella crónica o semblanza sobre su condiscípulo y amigo Alfredo Rocha, contando pasajes de su vida y amistad, ascensión artística, chascarillos y muerte del auténtico pateperro, como él mismo solía llamar según testimonio de otro amigo suyo, Manuel Jesús Orbegozo. Muere en fatal accidente acecido en Lima, el 9 de octubre de 1972.

Revista El Labrador 2017.


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